viernes, 21 de diciembre de 2012

Tradiciones evangélicas V. El gobierno de la iglesia.




     La mayoría de las iglesias evangélicas, están presididas por un sólo pastor, que es ayudado por un consejo, formado por "diáconos" y "ancianos". Podríamos decir, que poseen una organización más o menos piramidal, en la base estarían los creyentes "normales", quiero decir, los que no tienen ningún cargo, por encima de ellos los diáconos, más centrados en los asuntos materiales de mantenimiento, obra social, etc...  A continuación los ancianos colaborando en la enseñanza y en la dirección espiritual con el pastor, quien tendría la última palabra y la máxima autoridad en el gobierno de la iglesia.

     Dependiendo de lo autoritario o dialogante que sea éste último, o de la "pastor-dependencia" que tenga el consejo, éste tendrá más o menos poder de decisión, en los asuntos a tratar.

     Hay pastores que, sabiamente, gustan de tomar las decisiones en unanimidad con el consejo y hay otros a los que podíamos llamar tipo "Juan palomo" (yo me lo guiso y yo me lo como), que utilizan a los miembros del consejo como meros subordinados que le ayudan en su "visión" particular de cómo debe funcionar "su" iglesia.

     También he oído acerca de pastores que  hacen de todo en la iglesia, no por un especial ánimo de control total, sino por la pasividad de la congregación. En este punto, y antes de continuar, quiero expresar mi reconocimiento y admiración por tantos pastores que a lo largo de los siglos han predicado con denuedo el evangelio y han servido a Dios y a los demás con amor. Hombres de valor que dieron, y dan, lo mejor de sí, por amor al Señor. Sobre todo, creo que merecen un reconocimiento especial aquellos pastores que ejercen su ministerio en países donde el evangelio está perseguido, me parecen auténticos "guerreros" de la fe. También quiero decirle a mis amigos pastores, que este comentario no es una crítica a su labor, sino una reflexión acerca de cómo era la organización de la iglesia primitiva, y cómo pienso, personalmente, que deberíamos organizarnos, para acercarnos más al modelo bíblico.

     Porque, como sabéis, este blog trata de reconocer los tiempos proféticos de restauración que vivimos, y en este asunto del gobierno de la iglesia, también es preciso echar la vista atrás, al principio, para ver como fue establecida la organización de las primeras asambleas. De esa vista, podemos sacar las siguientes conclusiones:

1.-Las palabras anciano, obispo (supervisor) y pastor definen al mismo cargo.  Hechos 20: 17 y 28, Tito 1:5-9, 1ª Pedro 5:1-4

2.- Se establecían ancianos en plural en cada congregación, no encontramos ninguna congregación que estuviera dirigida por un solo pastor. Por lo tanto, el sistema uni-pastoral no está recogido en las Escrituras. Hechos 11:29-30, 14:23, 15:4,22,23, Santiago 5:14, Filipenses 1:1, 1 Timoteo 4:14

3.- Tan sólo encontramos dos categorías, en cuanto al gobierno de las asambleas en el Nuevo Testamento; diáconos y ancianos, por lo que bíblicamente no se justifica que cuando se eligen los consejos en la iglesia, hayamos creado tres (diacono-anciano-pastor). Igualmente, los diáconos no deberían asumir funciones que les corresponden a los ancianos, quiero decir, en algunas congregaciones, los diáconos tratan asuntos de consejería o problemas de índole personal, que en teoría quedan fuera de su ministerio, más centrado en asuntos materiales, por decirlo así. 

4.- Se animaba, a todos los miembros de la congregación, a participar activamente en la enseñanza y edificación de los demás. 1ª Corintios 14:26. Por lo que los cultos eran abiertos y participativos, aunque también se encuentran textos que muestran que Pablo exhortaba y daba sermones. Pero mi impresión particular es que hemos cambiado lo normal por lo especial, es decir, los cultos del Nuevo Testamento serían similares a los pocos cultos de libre compartir que hoy se dan en las iglesias, y los especiales de un sermón largo entonces, son los que ahora realizamos habitualmente.

     Entonces, ¿de donde viene la costumbre de elegir a un pastor?, pues al igual que en otros asuntos tenemos que decir, que la reforma no rompió totalmente con la organización de la iglesia apóstata, sí condenó por supuesto el papado y el falso sacerdocio, pero de alguna forma sustituyó la figura del sacerdote católico por la de pastor. Y es que las desviaciones en este asunto comenzaron mucho atrás, tras la desaparición de los apóstoles, y la dispersión de la iglesia judeocristiana, cuando poco a poco se fue complicando la sencilla organización de la iglesia primitiva.

     ¿Qué consecuencias puede tener para una congregación, el estar gobernada por un sólo pastor? Hay iglesias con un solo pastor que funcionan bastante bien y otras presididas por un consejo de ancianos que no lo van tanto, y al contrario, porque si no nos sometemos unos a otros, da igual el modelo que tengamos, la cosa no irá bien, y las Escrituras nos muestran la importancia de reconocer a los que nos presiden. 

    Ahora bien, hay que matizar que el texto "someteos a vuestros pastores...", en el original tiene el sentido de "dejaos persuadir", "sed dóciles". El responsable bíblico es más parecido a un guía que a un jefe o que a lo que el mundo entiende por un líder. Un guía te muestra el camino, no es tu capitán.

   Así pues, en mi opinión personal, las iglesias presididas en última instancia, por un solo responsable, pueden  tener los siguientes problemas:

    -En primer lugar, se crea una jerarquía en la iglesia.  El pastor pasa a ser una especie de presidente de una corporación, donde, por ejemplo, su voto decide las decisiones en caso de empate en las cuestiones que se traten en el consejo o la asamblea.

     Esta jerarquía no casa muy bien con las palabras del Maestro, quien dice claramente, que quien quiera ser el primero que sea el servidor, que todos somos hermanos y Uno es nuestro Maestro, que no llamemos a nadie "padre" espiritual. Incluso atendiendo a la etimología de la palabra "nicolaita", el enseñorearse de los laicos es algo que el Señor aborrece y es algo que se da de vez en cuando, con pastores excesivamente autoritarios.

     - Al estar monopolizada la enseñanza en un 80 % o más por una sola persona, los demás miembros, pueden delegar en ella su propia responsabilidad de escudriñar por sí mismos las Escrituras, dejando su sustento espiritual en manos de un "profesional". Esto provoca que los miembros de la congregación mantengan un conocimiento básico y superficial de las Escrituras durante muchos años.

     - Por otro lado, el pastor puede llegar a pensar, fácil e involuntariamente, que su palabra tiene, si no más valor, más "peso" que la de los demás hermanos. Es más, incluso se puede caer en tratar a los miembros de la congregación como niños espirituales que tienen que ser llevados de la mano pase el tiempo que pase.

     - El pastor puede cargarse, incluso, con más responsabilidades de las que debiera,con el desgaste psicológico que esto le conlleva, pues en su afán de ayudar y de ser el líder espiritual, puede sentirse frustrado cuando "sus ovejas" no le piden consejo, en asuntos que más bien se encuadran dentro del ámbito privado. Quiero decir que, aunque por supuesto, es buenísimo pedir consejo a alguien instruido firmemente en las Escrituras, el pastor no es "un confesor" y los miembros no tienen la obligación de consultárselo todo.

      - Personalmente pienso que se abusa del término "mi pastor", al referirse al responsable de la congregación, expresiones tipo "hoy no está nuestro pastor", cuando éste está de viaje, o enfermo. Creo, que al igual que no debemos llamar Padre a nadie en la tierra, y de la misma forma que Uno es Nuestro Maestro, debemos tener cuidado al usar la expresión "Mi Pastor" (esto es solo una opinión personal).

     - Iglesias con muchos años en el Señor, cuyos miembros ya deberían tener la suficiente madurez, no se plantean ni siquiera el hecho de poder organizarse de forma autónoma y reclaman la presencia de algún pastor o misionero, un profesional que les guíe. Delegan su propia responsabilidad de discipular y ser discipulados tal como el Señor mandó, bien por seguir con la tradición o, en otros casos, para vivir una vida religiosa más "tranquila", empleando para ello la mayor parte de las ofrendas, lo que hace que no se puedan apoyar otros ministerios o ayudas sociales. E, incluso, es común el hecho de llamar a un pastor "ordenado" para repartir la santa cena, lo cual es algo totalmente inventado.


     ¿Entonces, cómo deberían organizarse las iglesias, para acercarse un poco más al modelo bíblico?

    En mi opinión particular, las iglesias deberían estar gobernadas por un equipo, compuesto por dos o tres ancianos como mínimo y varios diáconos, lo cual no quita que alguno de esos ancianos cobre un sueldo -si la iglesia tiene capacidad para ello y no sé descuidan los otros motivos por los que se recogen las ofrendas- por dedicar más tiempo a la enseñanza, visitación, etc.. pero siempre en igualdad con los demás ancianos, es decir que el hecho de cobrar no signifique un reconocimiento superior respecto a los que no lo hagan.

   Este grupo debería convocar asambleas periódicamente, bien con el conjunto de los miembros de la iglesia, bien con los padres o representantes de las familias u otra fórmula, que posibilitara conocer la opinión del resto de los hermanos, antes de tomar decisiones importantes, que no se encuadraran en asuntos de índole privada y se fomentaría la participación activa de los miembros de la congregación en la investigación y enseñanza de las Escrituras. Y, en relación a los temas tratados en entradas anteriores, en cuanto a las ofrendas, aparte de  no imponer el diezmo, se establecería como prioridad en ellas, la ayuda a los necesitados y la propagación del evangelio.  Creo sinceramente que esto que digo se asemeja más al modelo bíblico, donde los hermanos maduros guían a los más nuevos, hasta que estos a su vez tienen la madurez suficiente para guiar a otros.
 

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