miércoles, 8 de mayo de 2013

Un Soldado Distinto

 
 
 
 
 
     Dejo a un lado, de momento, los temas de profecía y restauración, para hablar un poco de algo que aprendí leyendo las Escrituras.
 
     Los que critican la Biblia dicen que si Dios es amor, cómo es posible que ordenara a su pueblo destruir otras naciones, sin embargo no estudian el contexto, la situación real en la que vivía el pueblo de Dios, rodeado de naciones idolátricas, con rituales demoníacos, que incluso pasaban a sus hijos por fuego en sus ritos religiosos. También olvidan que el Eterno conoce el futuro y sabía qué naciones iban a ser un azote constante como vimos en la entrada sobre Amalec. Así pues, el Creador, juzgaba y castigaba a estas naciones, a veces con fenómenos sobrenaturales como pasó en Sodoma, a veces por medio de la espada del ejército de su pueblo.

 
 
     Pero aún en este contexto de peligro constante y de violencia, los soldados judíos tenían el mandato de ser unos soldados diferentes, en Deuteronomio cap. 23:9 el texto dice: “ cuando estéis en guerra contra vuestros enemigos y hagáis vida de campaña, procurad no cometer ningún acto indecente” y en el cap. 20 y en otros textos, El Eterno dio unas leyes de comportamiento en tiempos de guerra.
 
     Así por ejemplo, cuando se reunía el pueblo para la batalla – hay que decir que los israelitas no eran un pueblo belicoso de por sí, por lo que en tiempos de guerra muchos de sus soldados eran agricultores, artesanos o trabajadores llamados a filas- los oficiales preguntaban si había algún comprometido en matrimonio, alguien que se hubiera construido una casa o sembrado una viña y no las hubiera disfrutado, o incluso, si había alguien que se sintiera atenazado por el miedo. El que estuviera en alguna de estas situaciones era invitado a abandonar el campamento y regresar a su casa.

 
 
     Una vez formado el ejército un sacerdote reclamaba la bendición y ayuda del Creador en la batalla y junto con los oficiales, animaba al pueblo a esforzarse y a no desmayar confiando en Dios. Además de esto Dios había ordenado unas normas para el campamento israelita, como era la limpieza del recinto y la consagración de los soldados, estos debían llevar entre sus armas una estaca para cubrir sus excrementos y debían cumplir varias normas mientras estaban en campaña militar, por ejemplo si alguno mantenía relaciones sexuales quedaba apartado por un día de dicho campamento.
 
     El Eterno también dictó leyes humanitarias para los enemigos (menos para las ciudades sobre las que recayó el juicio de Dios debido a sus aberraciones); cuando los soldados hebreos sitiaban una ciudad primero ofrecían la paz, y si los ciudadanos la rechazaban, entonces la conquistaban y en el asedio, tenían prohibido el talar árboles sanos que produjeran frutos. Así también, si un soldado israelita se fijaba en una de las cautivas, debía dejar que llorara a los suyos por un mes, y luego la tomaría por mujer.
 
     Todas estas leyes eran impensables para las naciones e imperios contemporáneos al Israel del A. T. que eran conocidos por la crueldad que mostraban al conquistar una ciudad tanto con sus habitantes, como con sus huertos, árboles, pozos… arrasaban todo. Además, por ejemplo, ninguno de estos ejércitos permitiría nunca que se fueran libremente aquellos de sus soldados que sintieran desfallecer de miedo antes de la batalla.
 
     ¿A qué viene toda esta introducción?, viene a que hoy vamos a contar la historia de un soldado de Israel, que vivió sobre el año 1000 a. d. C., un héroe que se ganó el derecho de figurar para siempre en la lista de los soldados más valientes del ejército del rey David, en esta lista encontramos su nombre, en 2ª Samuel 23:29.
 
     Urías heteo o hitita ¿quiénes eran los hititas?. El imperio hitita fue uno de los más importantes de la antigüedad, aunque en la época en la que se desarrolla nuestra historia, ya no existía como tal imperio, tan sólo sobrevivían algunas comunidades en la tierra prometida y algunas ciudades-estado en regiones cercanas al Eúfrates al norte de Israel. Eran hombres duros, montañeros y en cuanto a las creencias religiosas, la religión hitita era conocida como la religión de los mil dioses, debido al gran número de divinidades a las que adoraban. Así pues Urías fue un extranjero que abandonó a su pueblo y a sus dioses para unirse a los escuadrones del Dios de Israel.
 
     Su historia la encontramos en 2ª de Samuel cap. 11. Es una historia conocida, sobretodo, porque cuenta el pecado, la caída de ese gran rey que fue David. Pero hoy nos vamos en centrar en Urías para ver qué podemos aprender, y para recordar la historia, es preciso leer los vers. 1 al 16.

 
 
     Se cree que David tendría unos 50 años en el momento en que transcurre esta historia, hasta este momento David había puesto su confianza en Dios y el Señor lo había llevado de victoria en victoria.
Pero esta vez decidió no salir al frente de su ejército como acostumbraba. Se quedó en palacio, fue tentado y cayó. Cuando supo que Betsabé quedó embarazada, quiso tapar su pecado y mandó a Joab que le enviara a Urías a informarle sobre la guerra. El plan era que Urías durmiera con su mujer y así nadie se enteraría de lo sucedido.
 
     Así pues, el soldado se presentó ante David y le dio las noticias correspondientes sobre el estado del ejército y la batalla y el rey le despidió ordenándole que se fuera a su casa. Mas él se quedó a las puertas de palacio con la guardia real.
 
     ¿Por qué no bajó Urias a su casa?, ¿acaso no amaba a su mujer? Todo lo contrario, en el cap. 12 cuando el profeta Natán amonesta a David por lo que éste hizo, usa el siguiente ejemplo (leer cap 12:1-4) que nos muestra con qué cariño Urías cuidaba de su mujer.
 
     La respuesta a la pregunta la tenemos de la boca del propio Urías: cuando David se enteró de lo ocurrido, le preguntó el por qué no había bajado a su casa y Urías le respondió que tanto el Arca como sus jefes y compañeros estaban acampados bajo suelo raso y él no podía ir a las comodidades de su casa pensando en ellos, sin olvidar, pienso yo, lo que vimos en la introducción sobre las leyes de castidad que tenían que guardar los soldados de Israel.
 
     Pienso que estas palabras penetrarían como puñales en la conciencia y el corazón de David, porque sabía muy bien de lo que hablaba Urías. David conocía a Urías dice 1ª Crónicas 11:10 refiriéndose a los valientes de su ejército: “ éstos eran los soldados más sobresalientes, que le dieron su apoyo en su reinado y que en unión de todos los israelitas le hicieron rey”. Urías llevaba años sirviendo a David era oficial de su ejército y seguramente habría compartido con el rey muchas noches al raso, junto a una fogata, en los campamentos, antes incluso de que David fuera rey.

      Además, es importante mencionar, como Urías nombra en primer lugar al Arca Sagrada. Ésta era muy importante para los judíos, ya que el Señor había mostrado muchas veces su poder a través de ella. David mismo adoraba danzando delante de todo el pueblo, cuando, tras un primer intento fallido, consiguió trasladar el Arca a Jerusalen. Por eso estas palabras seguro penetraron hasta el mismo alma de David.
 
      David fue un gran hombre con un gran corazón que era del agrado del Señor, pero en esta ocasión seguía empecinado en ocultar lo que había hecho, por eso le dijo al hitita que se quedara un día más, lo emborrachó y lo volvió a mandar a su casa, pero Urías volvió a quedarse a las puertas de palacio. Así pues, David, viendo que su plan había fracasado debido a la honestidad de su oficial, decidió quitarlo de en medio utilizando para ello la mano de sus enemigos, mandó una carta a Joab, mandándole que pusiera a Urías en lo más reñido de la batalla y que luego se apartaran de él para que muriera. Y encima mandó la carta por medio del mismo Urías, porque le conocía y sabía que jamás la abriría ni la leería.

 
 
     Joab obedeció al rey, puso a Urías en el lugar donde sabía, había hombres valientes, en lo más reñido de la batalla, Joab también sabía que Urías no retrocedería, y así en un momento dado murió. La descripción exacta de lo que pasó figura en el vers. 23. En el cap. siguiente vemos como David reconoce su pecado tras ser amonestado por Natán y como Dios lo castiga y lo restaura, pero eso es otra historia.
 
     He sacado varias aplicaciones para mi vida, de todo lo que hemos hablado. Las comparto por si a alguien les pueden venir bien:
 
1ª Al igual que los soldados israelitas tenían el mandato de ser soldados diferentes, nosotros debemos de tener, igualmente, un comportamiento diferente al de los incrédulos. Eso no quita de que, aunque personalmente pasemos por alto ofensas hacia nuestra persona, defendamos con valor a nuestros hijos, a nuestra familia ante los problemas que puedan surgir en este mundo sin principios.
2ª Debemos implicarnos con el Señor y con nuestros hermanos de la misma manera que Urías lo hacía. Si la iglesia lucha por el reino de Dios, nosotros no debemos quedarnos sentados en nuestras casas, sino de acuerdo a los dones que cada uno tiene, arrimar el hombro.
3ª Al igual que David confiaba en que Urías no iba a abrir la carta que lo condenaba, porque conocía su honestidad, nosotros debemos aspirar a que se reconozca nuestra integridad delante de los que nos rodean.
4ª Urías no retrocedía ante los enemigos por más fieros que éstos fueran. De la misma forma no debemos achicarnos ante las pruebas y las batallas que nos vengan porque sabemos que Dios está de nuestro lado.
5ª No hacer como Joab, que obedeció una orden del rey sabiendo que iba en contra de la voluntad de Dios. Debemos de poner los mandatos de Dios por delante de los mandatos de los hombres, ya sea en los trabajos, en los estudios o en cualquier otro ámbito de la vida.
 
     Espero que el ejemplo del soldado valiente, que le dio el derecho de figurar en la genealogía del Salvador (Mateo 1:6),  nos sea de utilidad a la hora de librar las batallas espirituales que nos quedan. Saludos.