sábado, 12 de julio de 2014

EL MISTERIO DE LA NOVILLA ROJA




      
     El asunto que nos ocupa viene reflejado en el libro de Números, en su capítulo 19, cuya lectura recomiendo para una correcta comprensión de este artículo. El texto relata una ceremonia de purificación, -hacia todo aquel que hubiese estado en contacto con algún cadáver, ya fuera por guerra u otro motivo- para poder acceder al Tabernáculo de reunión, y años más tarde, al Templo. Se debía sacrificar una novilla roja, sin defecto alguno. Después se quemaría al animal y se recogerían sus cenizas, que mezcladas con agua servirían para purificar a las personas. Sin embargo, el sacerdote que dirigía el ritual para hacer puros a los demás, quedaría impuro.  ¿Por qué el que purificaba quedaba impuro?


       Los sabios judíos clasifican los 613 mandamientos de la Torah, en tres categorías:

       -Mandamientos de sentido común. Por ejemplo "no matarás", la gran mayoría de culturas tienen de una u otra forma esta ley, por "sentido común".
      -Mandamientos de conmemoración. Un modelo de este mandamiento sería la celebración de la pascua, en conmemoración de la salida de Egipto.
      -Mandamientos no comprensibles, llamados Jokin. El sacrificio de la vaca roja para purificación, es uno de estos mandamientos, de hecho, es el más misterioso de todos ellos. Cuentan que Salomón, el sabio rey, podía dar una explicación a cada mandamiento por más difícil que fuera ésta, menos para el mandamiento que vamos a analizar.

     En el texto Dios ordena un estatuto, "el estatuto de la Torah" (vers 2), es decir, si hubiera que escoger un sólo estatuto en representación de toda la Ley, los sabios judíos creen que sería éste y sin embargo no lo entienden.

     La realidad es que la novilla roja apuntaba, dirigía, hacia el Mesías. Por eso, estos grandes entendidos no lo comprenden aún hoy día, porque no reconocieron su venida. Pero nosotros, los que hemos creído que Él es el enviado de la Gloria, tenemos la dirección del Espíritu Santo, quien puede guiarnos para entender, dentro de nuestras limitaciones, un poco de la profundidad de este asunto, pues la Ley, los profetas y los Salmos están llenos de referencias a nuestro Señor, como Él dijo en Lucas 24:44-47.

      Pablo, fue un gran erudito de la Torah, instruido a los pies de Gamaliel. El conocía todas estas conexiones, entre los mandamientos allí expuestos y la obra del Mesías. El libro de Hebreos es un ejemplo de lo que digo, a los hermanos que habían alcanzado madurez, les explicaba estas cosas. El asunto de la vaca roja, también es mencionado por el apóstol en Hebreos 9:13-14.

      Así pues, vamos a ver, versículo a versículo, como el Señor se identificó con el sacrificio de la novilla alazana.

      Dice el versículo 2 que tenía que ser roja, sin defecto. El rojo simboliza a la impureza, al pecado en las Escrituras, sin embargo el animal era sin defecto, es decir la novilla simbolizaba al pecado, pero ella era pura. De la misma forma Yeshúa llevó sobre Él nuestro pecado. Según las investigaciones, debido a la corona de espinas y al cruel maltrato sometido por los romanos, el Maestro quedó totalmente "rojo", lleno de sangre -los que hayáis visto "La Pasión", os podéis hacer una idea de lo que digo-, pero a la vez, no ha existido un ser más puro sobre la faz de la tierra.

     También dice el versículo que la novilla no debía llevar yugo y Mateo 27:32 narra lo siguiente: "Y cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón, al cual obligaron a que llevara la cruz."

      El versículo 3, dice que la novilla sería sacada fuera del campamento, para ser degollada en presencia del sacerdote. Según la tradición judía, una vez construido el Templo, los judíos hacían un puente provisional, desde éste hasta el monte de los olivos. Su finalidad era que la vaca no pisara tierra, pues había y hay muchas tumbas en esa zona y podría quedar impura.

      Y en este punto quisiera hacer una reflexión acerca del lugar donde fue crucificado nuestro Señor. Se suele situar, tradicionalmente, en el sitio que eligió la madre del emperador Constantino, Elena, allá por el siglo IV de nuestra era. Tiempo después, en 1885 Charles Gordon, indicó como el sitio más probable, una formación rocosa con forma de calavera, cerca de la puerta de Damasco. Yo pienso que es más lógico pensar, viendo cómo el Señor siguió el ejemplo de la novilla, que fuera crucificado en algún punto del Monte de los Olivos - no se trata de un sólo monte, sino de varias formaciones montañosas unidas-. Esto concordaría con lo que dice Hebreos 13:12 "Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta". Esta expresión "fuera de la puerta", parece indicar que lo situaron frente a la entrada del Templo, al Este, en el Monte de los Olivos. Esto es sólo una opinión personal, pero el siguiente versículo me anima a seguir pensando en ello.

        Versículo 4:  "Entonces el sacerdote Eleazar tomará con su dedo de la sangre, y rociará un poco de sangre hacia el frente de la tienda de reunión, siete veces."

        Frente al tabernáculo el sacerdote rociaba siete veces, ¿por qué siete? Según eruditos judíos, lo hacía una vez por cada uno de los milenios que están establecidos para el hombre en la tierra, implorando así la purificación del Eterno en todo tiempo. Otros dicen que hacía referencia a cada uno de los días de la creación. De la misma forma fueron siete -las siete palabras- las veces que Yeshúa habló estando en la cruz.

       Los versículos 5 y 6, explican cómo la novilla era quemada, usando para ello tres elementos que también nos dirigen hacia el relato evangélico. "Madera de cedro, hisopo y escarlata". La madera de la cruz se cree, era de cedro. Hisopo usaron para dar de beber vinagre, al Maestro. Y escarlata era el color de la túnica que los soldados romanos colocaron sobre Jesús. Realmente es impresionante como cuadra todo. Igualmente, es interesante indicar que estos elementos en combustión, producían un humo rojizo, todo apuntaba a esa sangre que sería derramada por el Salvador.

      Los versículos siete y ocho nos dicen que tanto el sacerdote, como la persona que quemaba a la novilla, quedaban impuros hasta el anochecer. Es decir los que realizaban el sacrificio para purificar a los demás quedaban impuros. Yeshúa llevó sobre Él nuestra impiedad e impureza, para hacernos limpios a todos los que hemos creído en su obra redentora y hemos aceptado que El es el enviado de la Gloria.

     El nueve: "Entonces un hombre que esté limpio juntará las cenizas de la novilla y las depositará fuera del campamento en un lugar limpio, y la congregación de los hijos de Israel las guardará para el agua para la impureza; es agua para purificar del pecado."

     También aquí encontramos coincidencias, pues dice el evangelio que José de Arimatea era un hombre justo -limpio- y él fue el encargado de trasladar el cuerpo de Yeshúa a un sepulcro "limpio", nuevo, de su propiedad. Igualmente, según la tradición judía, el agua con el que se rociaba las cenizas, debía proceder de de un manantial  o fuente de "aguas vivas", esto nos lleva a pensar en Juan 7:37-38 "Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz, diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: "De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva."

    Versículos 11 y 12: "El que toque el cadáver de una persona quedará inmundo por siete días. Y aquél se purificará a sí mismo de su inmundicia con el agua al tercer día y al séptimo día, y entonces quedará limpio; pero si no se purifica a sí mismo al tercer día y al séptimo día, no quedará limpio."

     Quién no acepte ni crea en la resurrección de nuestro Señor "al tercer día", no podrá entrar en su reposo, cuando Él venga por segunda vez en el "séptimo" milenio.

     Para finalizar el versículo trece indicaba que aquella persona que habiendo tocado un cadáver, no se purificaba, estaría excluida del tabernáculo y sería cortada de Israel.  La muerte es el símbolo, la culminación del pecado. Éste nos hace inmundos y sólo con el agua viva del Señor es que podemos purificarnos para ir al Padre. Los tesoros de la Palabra son inagotables y es impactante y maravilloso observar todas estas conexiones en las Escrituras que nos llevan a conocer mejor la grandiosa obra redentora de Yeshúa.

    Antes de despedirme, quiero decir también que el asunto de la vaca roja, llega hasta nuestros días. Judíos ortodoxos dicen que han sido halladas nueve vacas rojas a lo largo de toda la historia de Israel, y ellos esperan que la décima aparezca en tiempos de la venida del Mesías (en su gran mayoría los judíos siguen sin reconocer a Yeshúa). En épocas recientes varias terneras han sido candidatas a ser esta décima vaca, pero han sido descartadas, y en la actualidad, de nuevo, se cree que pueda haber nacido una nueva novilla alazana en Israel. Sea como fuere, pienso que, en pocos años, escucharemos en las noticias hablar de este tema, pues necesitan de ella y su ritual de purificación, para poder comenzar a construir el tercer templo. Saludos.