martes, 16 de abril de 2013

Balaam, el caído que veía.

 


    
     Me llama mucho la atención observar, como aún hoy día, en muchas iglesias evangélicas, no se presta interés por reconocer el tiempo profético que vivimos en relación a Israel, en mi caso, por ejemplo, siempre he escuchado hablar de la segunda venida de Cristo, en el sentido de que ocurrirá en un tiempo no muy lejano, pero hasta que no he investigado, no he sido consciente de estar viviendo en los tiempos predichos por los profetas desde la antigüedad. En muchos hermanos, todavía se impone la interpretación alegórica del Antiguo Testamento, se impone el decir que ahora el "Israel de Dios", somos los cristianos alrededor del mundo. Pero, aunque es cierto que hemos sido injertados en su pueblo, hay una relación especial del Eterno con su pueblo físico, un pacto perpetuo.

     "Y estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia después de ti, por todas sus generaciones, por pacto ETERNO, de ser Dios tuyo y de toda tu descendencia después de ti." (Génesis 17:7)

     "reuniré a todas las naciones, y las haré bajar al valle de Josafat. Y allí entraré en juicio con ellas a favor de MI PUEBLO Y MI HEREDAD, Israel, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra." (Joel 3:2)
     Los profetas anunciaron que el pueblo escogido volvería a su tierra y eso se cumplió en 1948, a pesar de todos los intentos de aniquilación que dicho pueblo ha sufrido, pues Satanás desde el principio quiso acabar con la nación de donde nacería el Mesías y que sería la depositaria de su Palabra.
      Al igual que ha pasado siempre, en la actualidad, también hay gobernantes que desean el mal para Israel. Uno de ellos era el fallecido recientemente, Hugo Chávez. Éste, justo un año antes de enfermar maldijo a Israel de la forma tan impactante que muestra este vídeo.http://www.youtube.com/watch?v=vXLfx1i04tQ

     Seguramente desconocía o no creería lo que dice Génesis 12:3 y pagó las consecuencias:

     "Bendeciré a los que te bendigan y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra."

      Hace unos 3400 años, otro hombre fue incitado para maldecir a Israel, se trataba de Balaam hijo de Beor. Y de su historia podemos sacar conclusiones interesantes. Ésta viene reflejada en el libro de Números, capítulos 22 al 24.

     Israel hacía poco que había salido de Egipto, se dirigía a la tierra prometida, y acamparon frente a Jericó, en las llanuras de Moab, al otro lado del Jordán.

     Entonces, el rey de Moab, Balac, tuvo temor del pueblo elegido y mandó llamar a un personaje enigmático, un adivino famoso en todo el medio oriente entonces, a Balaam que vivía en Petor, una ciudad al norte de Mesopotamia. Un descubrimiento arqueológico reafirma la fama de este hombre, podéis verlo en este enlace http://www.protestantedigital.com/ES/Magacin/articulo/375/Balaam-el-profeta-enigmatico

    Este Balaam no era hebreo, seguramente sería una especie de profeta o sacerdote de dioses paganos, al que se le presumían grandes dotes adivinatorias. Sin embargo, de alguna forma, el Dios verdadero se le revelaba.

     Así pues, el rey de Moab mandó mensajeros para hacer traer a este hombre, ofreciéndole presentes con el fin de que maldijera a Israel, pues se creía que a quien Balaam maldecía quedaba maldito.



     Dice la Escritura que al recibir a los mensajeros, Balaam consultó a Dios, y de lo que el Eterno le respondió, podemos extraer las primeras enseñanzas.

     "Y Dios dijo a Balaam: No vayas con ellos; no maldecirás al pueblo, porque es bendito." (Número 22:12)
  
     El diccionario de la RAE, define bendito como: santo, bienaventurado, dichoso. Es decir es un pueblo apartado, bienaventurado al haber recibido la palabra del Eterno. Bendito, tal y como se le dijo a Abraham desde el principio.

     Ante la negativa del profeta, el rey de Moab volvió a mandar mensajeros, jefes notables, quienes insistieron a Balaam ofreciéndole aún más riquezas que la primera vez. Balaam en un principio respondió bien, pues dijo que aunque Balac le llenara la casa de plata y de oro no podría contravenir la orden del Eterno. Sin embargo, acto seguido les dijo que se quedaran esa noche para ver qué  mensaje recibía del Creador.

      Dios le respondió que fuera con ellos, pero que sólo hablaría lo que Él le dijera. Balaam se fue con ellos, pero del texto se desprende que el deseo por las riquezas ya entró en su corazón, e iba dispuesto a maldecir. Por lo tanto, Dios mandó su Ángel para que le saliera al encuentro como adversario. El asna sobre la que iba montado, vio al Ángel por tres veces, las dos primeras pudo esquivarlo a un lado u otro del camino, pero la tercera no tenía sitio por donde salir y se echó al suelo al ver que se acercaban sin remedio, al Ser celestial que tenía la espada desenvainada. Balaam golpeó a su animal, hasta que a éste le fue dada la capacidad de hablar, tras lo cual, el profeta vio al Mensajero, por lo que se postró rostro en tierra, reconociendo su pecado y proponiendo volver por donde había venido. Pero otra vez le fue ordenado ir, repitiéndole la orden de hablar sólo lo que se le ordenara.

     Así pues, llegó hasta Balac quién lo recibió esperanzado, recriminándole su tardanza a pesar de los bienes que le había prometido, ante lo que Balaam -esta vez sí- respondió que sólo hablaría lo que Dios le revelara.

     Subieron a un monte pelado, ofrecieron sacrificios y la primera profecía llegó a Balaam. De ella extraemos el siguiente texto:

"...¿Cómo maldeciré a quien Dios no ha maldecido? ¿Cómo condenaré a quien Dios no ha condenado?... He aquí, es un pueblo que mora aparte, y que no será contado entre las naciones."

     De esta declaración aprendemos:

1.- Dios no ha maldecido a Israel.
2.- Es un pueblo distinto a las demás naciones.
3.- Es un pueblo que fue favorecido por el Eterno.

     Balac se asombró recriminando al profeta que hubiera bendecido en vez de haber maldecido, a lo que Balaam respondió de la misma manera, que sólo hablaría lo que se le ordenara. Así que el rey de Moab lo llevó a otro monte, desde el que se veía un extremo del pueblo de Dios, pensando que allí tal vez le fuera concedido a Balaam maldecir. Sin embargo la segunda profecía de éste expresaba:

"...Mira, he recibido orden de bendecir; si El ha bendecido, yo no lo puedo anular. El no ha observado iniquidad en Jacob, ni ha visto malicia en Israel; está en él el SEÑOR su Dios, y el júbilo de un rey está en él...Porque no hay aguero contra Jacob,  ni hay adivinación contra Israel."

     De este texto aprendemos que Dios está presente en Israel, presencia que se ha manifestado a lo largo de la historia y cuyo momento culminante fue cuando Yeshúa, su Hijo, Rey de reyes y Señor de señores, nació, vivió, murió y resucito entre los hombres en su primera venida. "...El júbilo de un rey está en él", mil cuatrocientos años después de que el profeta dijera esto, sucedió lo que cuenta Lucas, cap. 10 :21-24

     "En aquella misma hora El se regocijó mucho en el Espíritu Santo, y dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios y a inteligentes, y las revelaste a niños. Sí, Padre, porque así fue de tu agrado.
     Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
     Y volviéndose hacia los discípulos, les dijo aparte: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis; porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron."

     Si no eres cristiano, si piensas que la Biblia es sólo una colección de leyendas, tal vez estos artículos te hagan plantearte cómo es posible que las cosas que dijeron los profetas en ella, se hayan cumplido y se sigan cumpliendo. Tal vez sientas curiosidad por conocer a Aquel varón de quien toda la Biblia da testimonio, a Jesucristo, quien llamó al arrepentimiento, quien se ofreció a los demás totalmente hasta entregar su propia vida, quien acercó el reino de los cielos para todo el que reconozca y confiese que es el Hijo de Dios y crea en su corazón la verdad de su resurrección tenga vida eterna.

    También del texto podemos concluir que no hay maldición, ni mal de ojo, ni adivinación que pueda anular el pacto de Dios con su pueblo.

     Continuando la histora, vemos como Balac, desesperado llevó al profeta a un nuevo monte, a la cumbre del Peor, a ver si allí podía, por fin cumplir su objetivo, pero nada más lejos de la realidad.

     Dice la Escritura que Balaam no fue como las otras veces a buscar agüero, sino que puso su rostro hacia el desierto y cuando vio a Israel acampado, el Espíritu de Dios vino sobre él, y entonces dijo:

"Oráculo de Balaam, hijo de Beor, y oráculo del hombre de ojos abiertos; oráculo del que escucha las palabras de Dios, del que ve la visión del Todopoderoso; CAÍDO PERO CON LOS OJOS DESCUBIERTOS.
     ¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob; tus moradas, oh Israel!
      ...Benditos los que te bendigan, y malditos los que te maldigan."

     Balaam, al recibir esta revelación del Espíritu Santo, no tuvo más remedio que reconocer su condición, caído pero con los ojos descubiertos, era consciente de que no era merecedor de esa visión, tras lo cual hizo una  loa a Israel y declaró lo que ya vimos desde el principio "benditos los que te bendigan..."

     Esta última profecía terminó por desesperar a Balac, quien le dijo a Balaam que se marchara a su tierra, que se había quedado sin los presentes, a lo que éste respondió como siempre, pero antes de irse le dejó una profecía más, referida en parte al futuro de su pueblo:

     "Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no cerca; una estrella saldrá de Jacob, y un cetro se levantará de Israel que aplastará la frente de Moab y derrumbará a todos los hijos de Set".

     Cuatrocientos años después, el rey David, derrotó y sometió completamente a los moabitas sujetándolos a tributo. Aunque esta profecía también apunta al Mesías "la estrella saldrá de Jacob" (Mateo 2:2), con su cetro de justicia:

     "Pero del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos, y cetro de equidad es el cetro de tu reino." Hebreos 1:8

     Y así se marchó para su tierra. Sin embargo, vemos en el capítulo 25 cómo los hijos de Israel empezaron a mezclarse con las hijas de Moab y cómo esta situación los estaba llevando a la apostasía, lo que fue cortado expeditivamente por Moisés y Finees. Según la tradición judía, Balaam después de este episodio, volvió a caer en la avaricia y aconsejó a Balac, -ya que no pudo maldecirlo- que si quería vencer al pueblo elegido, lo que tenía que hacer es seducirlo, a través de las hijas de su pueblo, asimilarlo a sus costumbres. Y creo que puede ser verdad, pues vemos más adelante como muere este profeta en la guerra contra los madianitas, y dice en el cap. 31:16:

"He aquí estas fueron la causa de que los hijos de Israel, por el consejo de Balaam, fueran infieles al Señor en el asunto de Peor, por lo que hubo plaga entre la congregación del Señor."

     Por esto Israel era un pueblo apartado y por eso nosotros los que creemos en Yeshúa debemos de ser un pueblo apartado, que no siga las costumbres, la idolatría y la falta de principios del mundo que nos rodea.

     Espero que este comentario sirva para recordar que Israel sigue siendo el pueblo físico de Dios, y que hay promesas bíblicas que le incumben sólo a Él. Es el pueblo que fue elegido para recibir la Palabra del Bendito, de donde nacieron los profetas cuyos escritos llegan y se cumplen en nuestros días. El pueblo de donde, según la carne, nació nuestro Salvador. A Él sea la gloria.