sábado, 1 de diciembre de 2012

Tradiciones evangélicas II: La Navidad.




  Es interesante el revuelo que se ha formado, cuando la persona a la que llaman "papa", ha dicho que en el portal de Belén no había buey ni mula. Vivimos en un país muy tradicional y ese simple detalle descuadra a las personas, imaginaos lo que sucedería si siguieran diciendo que María tuvo más hijos, que la Biblia prohíbe las imágenes, que sólo hay un mediador entre Dios y los hombres... creo que aunque algún papa lo dijera -cosa alto improbable pues se desmontaría todo el chiringuito-, la gente seguiría con sus imágenes y sus fiestas religiosas. Y es que, hay quien define al ser humano, como un "animal" de costumbres.

     En la iglesia evangélica presumimos de que sabemos bastantes más cosas, por ejemplo que no se precisa el número de los magos (no reyes) que acudieron a la casa (no al portal) y que no se sabe con exactitud cuando nació Jesús, pero, creo que desconocemos en gran parte, de dónde proviene la celebración de la navidad.

     Jesús no mandó celebrar su nacimiento, en cambio sí que recordásemos su muerte. Durante los primeros siglos no se celebraba la navidad entre los cristianos. En el imperio romano, al igual que en otros pueblos de la antigüedad, se celebraba el 25 de diciembre el día del nacimiento del dios Sol, con una fiesta alegre y popular. Cuando la iglesia se oficializó, en el s. IV, los obispos que ya tenían mucho poder decidieron junto con las autoridades, cambiar esa fiesta pagana, por el nacimiento de Cristo, con el fin de facilitar el acceso de las masas a la nueva creencia oficial. Siglos después, cuando el cristianismo llegó a los países nórdicos, se adaptó de la misma manera la costumbre pagana que allí tenían de adornar un árbol en estas fechas, por el árbol de navidad, dándole un nuevo significado.

     Por estos motivos hay algunos cristianos que no celebran la navidad. Yo opino que, aunque la Biblia no ordena que se celebre, tampoco lo prohíbe y pienso que siempre es un buen momento para celebrar el nacimiento del Señor y por lo tanto, también en Navidad, más aún cuando parece que la gente intenta ser un poco más solidaria.

     Sin embargo, también es verdad que miro esta festividad de un modo diferente, aunque me sigue gustando, ya no causa en mí el mismo efecto, ni la vivo intensamente como hasta hace pocos años. El motivo tiene que ver con los tiempos de restauración que vivimos y que vengo anunciando en estos comentarios. Es ahora, cuando se vuelve a estudiar la raíz hebrea de nuestra fe, que podemos acercarnos de una manera más correcta a los acontecimientos que rodearon el nacimiento del Mesías.

                                        

El Nuevo Testamento SÍ relata la fecha aproximada en que Yeshua nació. Esta la podemos deducir estudiando a Zacarías el padre de Juan el Bautista. Vemos en Lucas 1:5 que pertenecía a una de las 24 familias de sacerdotes que servían en el Templo, según el orden que estableció el rey David en 1ª Crónicas 24:10. A Zacarías le correspondía el octavo turno pues era de la clase de Abías.
Según la tradición judía, en Pascua todos los sacerdotes tenían que servir en el Templo y tras ésta, cada semana le tocaba a una familia. Así pues, ocho semanas después de la finalización de la pascua, que comenzaba a mediados de abril, Zacarías ministraba en el Templo, siendo en ese tiempo que su mujer quedó embarazada. Es decir, su mujer, Elizabeth, quedó embarazada a finales de junio y llevaba seis meses de embarazo cuando concibió María, como vemos en Lucas 1:36. Significa que María concibió a finales de diciembre, por lo que Jesús nació sobre finales de septiembre que es cuando se celebra en Israel la Fiesta de los Tabernáculos o de las cabañas (Sucot).

     Al separarse tan pronto el cristianismo del judaísmo, en el s. II, se perdió la enseñanza incluida en las siete Fiestas Sagradas que el Creador ordenó guardar a su pueblo en Levítico cap. 23. La Fiesta de los Tabernáculos o de las cabañas era una de las tres más importantes, y requería la peregrinación de los judíos a Jerusalén. Y es por ello que José no halló lugar en ninguna posada, porque Jerusalén y todos sus alrededores estaban llenas de peregrinos. (Vuelvo a recomendar el siguiente enlace, para quien no lo haya visto)http://www.youtube.com/watch?v=JbUNBpUy0Hg

    

¿Qué es lo que se celebra en esta fiesta?
Levítico 23:34-43
Pues Dios mandó a su pueblo que en el séptimo mes (finales de septiembre principios de octubre) se hiciera sukas (cabañas) en las que habitaran por siete días. El pueblo recuerda la liberación de la esclavitud, cómo Dios los visitó cuando estaban en tremenda oscuridad, y al hacer las cabañas y habitar en ellas, recuerdan su estancia en el desierto, cómo Dios los protegió y cómo el Señor habitó con ellos en el tabernáculo.
Y es así donde cobra sentido realmente el versículo del evangelio de Juan que dice "Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros." (Juan 1:14), la palabra "habitó" (skene/os en griego), se refiere a "habitar en tabernáculos", luego sería más correcto traducir el versículo "Y el Verbo se hizo hombre y fijó tabernáculo entre nosotros...".
Ah! Y otra curiosidad, la palabra suka en hebreo puede utilizarse tanto para cabaña como para establo, yo creo que Jesús nació en una de estas cabañas.

    Este año ha sido el primero que como familia hemos celebrado a nuestra forma el nacimiento del Señor en su época correcta: De una forma sencilla, cuando se celebraba en Israel la Fiesta de las Cabañas, tuvimos una cena especial en la que leímos en el Evangelio la historia del nacimiento del Salvador y luego dimos gracias por la misericordia y el amor que nos demostró al habitar entre nosotros, y tengo que decir que fue una bendición para todos. Eso no quita que lo volvamos a celebrar ahora, y lo haremos pero sabiendo la verdad de las cosas. Bendiciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario