miércoles, 7 de noviembre de 2012

De Jerusalén a Roma (parte I)

     A veces, en nuestra mentalidad gentil, con nuestra cultura de herencia griega y romana, nos cuesta trabajo entender que tanto nuestro Salvador Yeshúa, como los apóstoles y los primeros discípulos eran profundamente judíos.

     Éstos no pretendían formar una nueva religión, sabían perfectamente que por las obras de la Ley ninguno podría obtener la salvación, pues ésta es por gracia, por la fe en Jesús, sin embargo, ellos continuaron de forma natural en las costumbres de su pueblo, pues se sentían judíos completos, ya que habían creído en el Mesías que Israel tanto tiempo había esperado (https://www.youtube.com/watch?v=SqKIfbSVDnA). Esto lo podemos observar en Hechos cap. 28:17-20, cuando Pablo, el gran defensor de la gracia y la justificación por la fe en Jesús, llega a Roma y permanece en una especie de arresto domiciliario, cita a los responsables judíos allí residentes y les dice lo siguiente:

"...Hermanos, sin haber hecho yo nada contra nuestro pueblo NI CONTRA LAS TRADICIONES DE NUESTROS PADRES, desde Jerusalén fui entregado preso en manos de los romanos...Por tanto, por esta razón he pedido veros y hablaros, porque por causa DE LA ESPERANZA DE ISRAEL llevo esta cadena."

      Esto lo podemos observar también en Hechos cap. 21, cuando Pablo visita a los ancianos en Jerusalén, éstos le dicen lo siguiente:

"..Hermano, ya ves cuántos miles hay entre los judíos que han creído, y TODOS SON CELOSOS DE LA LEY, y se les ha contado acerca de ti que enseñas a todos los judíos entre los gentiles que se aparten de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni observen las tradiciones...Por tanto haz esto que te decimos... y todos sabrán que no hay nada cierto en lo que se les ha dicho acerca de ti, sino que tú también vives ordenadamente, ACATANDO LA LEY."

     Por lo tanto, los primeros discípulos continuaban guardando las Fiestas Sagradas (vemos cómo estaban reunidos en shavuot -pentecostés- cuando recibieron el Espíritu Santo, asi mismo en el cap. 20 de Hechos, Lucas narra como embarcaron en Filipos "después de los días de los panes sin levadura" y cómo Pablo deseaba estar para pentecostés en Jerusalén).

                                     
     Igualmente, se reunían en el templo (Hechos 2:46), guardaban el día de reposo, el sábado (siempre ha sido el sábado, en ninguna parte de las Escrituras encontramos que ahora sea el domingo, de esto hablaremos más adelante), asistiendo a las sinagogas donde predicaban el evangelio utilizando las Escrituras hebreas (Hechos cap 17:2), y también se reunían el primer día de la semana para "partir el pan", en una cena de convivencia.

     Hay que hacer notar aquí, que en el calendario bíblico, el día comienza al atardecer, por eso el primer día de la semana comienza sobre las seis de la tarde de nuestro sábado. Esto también es importante a la hora de acercarnos a las Escrituras, pues, por ejemplo: En Hechos 20 vemos que se reunieron el primer día de la semana, y que el joven Eutico se quedó dormido y cayendo murió, escuchando la larga disertación de Pablo. Seguidamente, el Señor a través de Pablo resucitó al muchacho y dice el texto "y volviendo arriba, después de partir el pan y de comer..". Si no conocemos que el día comienza al atardecer, cuando leemos esto de "partir el pan" se nos viene a la mente nuestra celebración del domingo por la mañana. Cuando aquí se habla de una cena. Seguramente quedarían sobre las siete o las ocho de la tarde del sábado, Pablo empezó a hablar antes de cenar y se les hizo tarde, sucediendo lo que hemos contado.

Y, en cuanto al sábado, mirar este enlace, aunque en algunas cosas no estoy de acuerdo, que ya comentaremos, tiene razón en otras, y nos da que pensar...
http://www.youtube.com/watch?v=tz8UD-dizrM&feature=related

     Pero volviendo al tema de la Ley, si Pablo seguía las costumbres de su pueblo ¿por qué condenaba a los judaizantes?

     En mi opinión, los primeros discípulos participaban de estos ritos con gozo, porque muchas de estas tradiciones y costumbres habían sido a lo largo de los siglos un anticipo, un ensayo de lo que se había de cumplir en Yeshúa (como el sacrificio del cordero pascual, por ejemplo). Y, además, estaban orgullosos de pertenecer al pueblo elegido y se instruían diariamente de las Escrituras (entonces no estaba redactado el Nuevo Testamento).

     El problema surgió cuando el evangelio se propagó rápidamente entre los gentiles, entonces, muchos de los fariseos que habían creído, empezaron a decir que si los gentiles no se circuncidaban ni guardaban la ley de Moisés, no podían ser salvos (Hechos 15:5).

     Los apóstoles y los ancianos se reunieron para considerar este asunto, en lo que se conoce como el concilio de Jerusalén, y allí Pedro hizo la siguiente declaración (Hechos 15:10-11):

"Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios poniendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosostros hemos podido llevar?
Creemos más bien que somos salvos por la gracia del Señor Jesús, de la misma manera que ellos también lo son."

...continúa en parte II

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