lunes, 13 de octubre de 2014

EL ORIGEN DE LAS DESVIACIONES. PARTE I



         No lo puedo evitar, me gusta analizar el por qué de las cosas, me gusta preguntarme por qué creo lo que creo, así a lo largo de estos años me han venido a la mente diferentes cuestiones, relativas a mi fe, que he ido tratando en diferentes entradas, como: ¿Cuando surgió la teología dominante en las iglesias evangélicas? ¿quién estableció las tradiciones que hoy guardamos? ¿por qué llamamos Antiguo Testamento a las Escrituras hebreas? ¿quién estableció el cambio del sábado al domingo? ¿quién modificó la sencilla organización de la iglesia primitiva? ¿a qué es debido que un gran grupo de iglesias no reconozcan al nuevo estado de Israel denominándose antisionistas? ¿existe el antisemitismo dentro del cristianismo? Si eres tradicional, si te inquieta que te cambien los esquemas, si para ti es un problema, te sugiero que no sigas leyendo, pues vamos a investigar el origen de muchas de las desviaciones que perduran, todavía hoy, en muchas iglesias cristianas.


     Y tras estudiar, he obtenido respuestas a estas preguntas: Sí, desde muy temprano en la historia del cristianismo, ha ido creciendo un antisemitismo dentro de las congregaciones cristianas. Se ha considerado, que las bendiciones prometidas a Israel han pasado a la iglesia, mientras que la primera ha quedado sumida en las maldiciones, consecuencia de su desobediencia. Por lo tanto, se ha estimado que la Escritura antes de Cristo, es algo "Antiguo", que puede servirnos de guía en muchos asuntos, siempre a modo de ejemplo, pero que ahora es el Nuevo Testamento, el que únicamente tiene las instrucciones claras para relacionarnos con Dios. Se ha despojado al Mesías de su identidad judía y se lo ha representado como un Cristo gentil, creador de una nueva religión opuesta al judaísmo y por lo tanto, se han desechado las fiestas bíblicas, y aún más grave, se ha cambiado el cuarto mandamiento relativo al sabath, y se han instituido fiestas y costumbres, que en su origen eran paganas, pero que han sido adaptadas, para ser aceptadas por la moral cristiana.

     Y todo lo anterior, empezó muy pronto, a finales del siglo I y principios del II, apenas 50 años después de las cartas de Pablo, una vez que Jerusalén ya había sido destruida y la iglesia judeocristiana fue dispersada. Es lo que se conoce con el nombre de "TEOLOGÍA DEL REEMPLAZO", una de las más graves herejías, en mi opinión, que ha sufrido y sufre la sana doctrina bíblica. Tal es así, que distintos perseguidores, inquisidores y nazis, han hecho referencia a ella, para justificar el asesinato de miles de judíos a lo largo de la historia.

     Como he mencionado en otras entradas, en un principio, los apóstoles y los primeros miles de discípulos, siguieron viviendo su judaísmo, en la nueva fe del Mesías, Yeshúa. Pues, aunque muchos definen "cristianismo", como una religión fundada en el siglo I por Jesús de Nazaret, la realidad es que Él  fue un judío observante durante toda su vida.

     De esta manera, los doce y los primeros creyentes, asistían los sábados a los servicios de la sinagoga, -por supuesto consideraban al sabath como el día de reposo (Hechos 15:21)- donde daban testimonio de su fe. También seguían adorando a su Dios en el templo (Hechos 2:46), además de lo cual se reunían, el primer día de la semana y cada vez que tenían ocasión. Eran de gran testimonio entre su pueblo y miles aceptaron la nueva fe (Hechos 2:47).



      Ellos esperaban un regreso inminente del Mesías, y se sorprendieron cuando rápidamente, muchos gentiles, temerosos de Dios, al escuchar a los discípulos en las sinagogas, y ver el fuego que desprendían sus corazones aceptaban y creían en el Nazareno.

     En el siglo I, muchos gentiles se habían acercado al judaísmo, pues había judíos en la dispersión, en muchos lugares, y su ética, moral y normas de conducta llamaban la atención de bastantes personas. Algunos que se convertían al judaísmo, eran llamados "prosélitos", tal es el caso, por ejemplo de Nicolás de Antioquía que fue uno de los siete diáconos elegidos en Hechos cap. 6. Para formar parte de pleno derecho del pueblo judío, eran circuncidados y debían presentar un sacrificio en el templo.

      La mayoría, no aceptaba el tema de la circuncisión y entonces se limitaba a asistir a la sinagoga y a participar de alguna de las fiestas y costumbres judías, estos eran llamados "temerosos de Dios". En las Escrituras vemos varios ejemplos de ellos: el centurión que rogó al Señor por su siervo, en Lucas 7, quien era muy apreciado por su amor a la comunidad y que no se consideró digno de que el Maestro pasara bajo su techo, por lo que recibió el reconocimiento de Éste. Y Cornelio, en Hechos 10, que se convirtió con toda su casa.


      Estos "temerosos de Dios", que asistían regularmente a las sinagogas, se llenaron de gozo al escuchar las buenas noticias del evangelio, pues, hasta el momento, permanecían "en segunda fila", como hemos comentado, practicaban alguna costumbre judía, pero no eran circuncidados ni seguían todas las tradiciones hebreas. Ahora estaban contentos, pues el Mesías había roto esta separación que ellos percibían. Ante esta situación apareció un conflicto, puesto que algunos judíos creyentes, querían imponer las prácticas del judaísmo a los nuevos creyentes gentiles.

         Y es que, hasta entonces, los que creían en el Mesías, los nazarenos,  estaban encuadrados dentro del judaísmo, como si se trataran de un grupo más, como lo eran los fariseos o los saduceos. Así Saulo de Tarso, por ejemplo, no perseguía a "cristianos", propiamente dichos, pues el iba a las sinagogas con cartas de los sacerdotes, en busca de estos judíos cuya nueva doctrina no era del agrado de la élite religiosa. Y así llegaba hasta Damasco y otras ciudades, castigando a los nazarenos que encontraba en las sinagogas. Y después, habiendo él ya creído, también recibió castigos propios de la ley "judía", como los cuarenta azotes menos uno, que se menciona en Hechos.

      Lo que ocurrió fue que, tras la persecución que siguió a la muerte de Esteban, los creyentes en el Mesías que tuvieron que huir, llegaban a las sinagogas de las ciudades compartiendo el evangelio y muchos de los temerosos de Dios que escuchaban aceptaron al Mesías, ellos fueron el puente natural entre la predicación primaria a los judíos y la posterior a los gentiles, de los que Pablo fue hecho apóstol.

      Cuando ocurrió el conflicto mencionado arriba, en el que algunos judíos creyentes quisieron imponer la circuncisión y otras prácticas a los creyentes gentiles, tuvo lugar el concilio de Jerusalén, relatado en Hechos capítulo 15. Ahí se estableció que no se debía de molestar a los creyentes gentiles con preceptos que sólo incumbían a los judíos, sino, solamente se les recomendó unas normas de conducta, que básicamente, eran la que venían reflejadas en levítico para los extranjeros residentes entre el pueblo de Israel.

      Así pues, era la iglesia en Jerusalén, la que guiaba a las asambleas gentiles, lo cual concuerda con lo dicho por el apóstol Pablo en Romanos 11 en el ejemplo del injerto (asamblea gentil) en el olivo (Israel).


    Pero, esta situación ideal, cambió después de la dispersión de la asamblea judeo-cristiana. Tras las revueltas, los judíos estaban mal vistos en todo el imperio y, poco a poco, las asambleas gentiles fueron separándose de la herencia hebrea que habían recibido.

     Este proceso de separación se ve claramente en los escritos de los llamados "padres de la iglesia". Así, la didaché, que se cree fue escrita en Siria alrededor del año 70 de nuestra era, muestra a una congregación aún bajo la influencia de la liturgia judía, pero que ya intenta no coincidir en los días de ayuno con los judíos. En cuanto a la organización, mantenían la establecida en el Nuevo Testamento, pues se menciona a "ancianos" y diáconos en plural, y se da instrucciones para reconocer a los falsos profetas.

     Después, Clemente de Roma allá por el año 95, escribe una carta a la iglesia de Corinto, exhortando a los hermanos, para que no tuvieran celos ni disensiones entre ellos. Algunos creen que Clemente podría ser de ascendencia judía, por el amplio conocimiento del llamado Antiguo Testamento, que usa en dicha carta, y que este fue un primer intento de dar cierta preeminencia a la iglesia de Roma. En cuanto a la organización de la asamblea en Corinto, aún se habla de obispos en plural.



     Fue en el 110 d.C. cuando Ignacio de Antioquía, instituyó (al menos es el primero que lo recomienda) lo que es llamado el obispado monárquico. Ya encontramos un sólo obispo, que es apoyado por una nueva categoría intermedia "los presbíteros", y por los diáconos. El obispo, según la teología de Ignacio debía dar la autorización para todas las actuaciones de la asamblea, y sin él no se podían celebrar bautismos o celebrar la Santa Cena, es interesante observar como comportamientos así han llegado hasta nuestros días, en los que es el pastor quien elige quien puede presidir, bautizar o autorizar cualquier actividad en la iglesia. Ignacio fue el primero en rechazar que los cristianos tuvieran que guardar o reconocer al sabat, como el día de reposo, no pudiendo para ello utilizar ningún apoyo bíblico, sino solo señalando que era mejor celebrar el día de la resurrección. (Recomiendo este enlace, para  más información: https://www.youtube.com/watch?v=SqKIfbSVDnA

Continúa parte II

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