El evangelio de Juan es especial, y presenta bastantes diferencias con respecto a los otros tres. Juan era mayor, alrededor de 90 años tenía, cuando escribió su evangelio, las cartas y el libro de Apocalipsis. Lo cual, para empezar, es un indicativo que muestra que en los planes de Dios no hay edad. Los escritos de Juan nos siguen instruyendo y edificando 2000 años después.
El apóstol, ya se había leído, seguro, los otros tres evangelios, llamados sinópticos, que fueron escritos, al menos, treinta años antes y que tienen muchas coincidencias entre sí. Así que, es muy probable, que por un lado, Juan quisiese añadir algunos hechos del Señor, que él consideraba importantes, y que no estaban reflejados en los otros evangelios. Aún así, dice al final del libro, que no habría libros en el mundo, para escribir tantas y tantas cosas que el Maestro hizo.
Por otro lado, el discípulo amado, había alcanzado un grado de madurez y entendimiento espiritual muy muy grande. Habría leído también las cartas de Pablo, Pedro, Jacobo... y además había estado acompañando al Señor en momentos muy profundos e importantes de su ministerio. Entonces, en el evangelio de Juan se da un a paradoja importante, pues por un lado, es muy recomendable para evangelizar a la gente pues muestra a las claras que solo creyendo en Jesús es que podemos acceder al Padre, a la salvación, a la entrada en el Reino. Pero, por otro, es muy muy profundo y es indispensable que el cristiano que quiera alcanzar madurez, se meta de lleno en su estudio.
En relación a esto, vamos a analizar el milagro ocurrido en Caná, que era una aldea situada cerca de Nazaret. Viene registrado en el capítulo 2 de dicho evangelio, de los versículos 1 al 8.
El versículo 1 nos cuenta que Yeshúa fue invidado a unas bodas, con sus discípulos, (es probable que Natanael fuera de allí). El texto nos dice que estaba allí también la madre de Jesús. Hay quien propone la hipótesis de que María pudiera estar trabajando en la boda, ya que era una mujer joven aún y José seguramente habría muerto hace tiempo. Otros afirman que estaría de invitada también. Lo cierto, es que ella se da cuenta de que en el banquete los novios se habían quedado sin vino que ofrecer, lo cual era un gran problema. El texto dice:
"Y faltando vino, la madre de Jesús le dice: No tienen vino.
Jesús le dice: Mujer, y a ti y a mí qué? Aún no ha llegado mi hora.
Su madre dice a los que servían: Haced lo que os diga."
Hay distintas interpretaciones sobre esta conversación, algunos dicen que Jesús estaba relajado disfrutando de la boda y como que le molestó que María le comentara el asunto, pero como vamos a ver más adelante, nada más lejos de la realidad. Este milagro fue una auténtica declaración de intenciones de lo que iba a ser su ministerio. Y lo que vemos aquí, es la típica frase de complicidad entre madre e hijo, en la que se dicen una cosa pero sabiendo que significa otra. María fue una gran creyente, demuestra aquí gran empatía por el problema que tenían los novios y sabía que si se lo comentaba al Señor, este iba a obrar en consecuencia.
Y, efectivamente, había allí seis grandes tinajas que los judíos religiosos usaban para lavarse las manos en unos ritos de purificación que realizaban antes y durante las comidas. Jesús ordenó a los servidores de la boda, que las llenasen y que sacaran de ellas y le dieran a probar al maestresala (allá 500 o 600 litros y es que cuando pedimos en la voluntad de Dios, El nos colma de bendición). Éste al probar el agua convertida en vino dijo al esposo sin saber qué es lo que había pasado:
"Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando están embriagados, el peor; pero tú has guardado el buen vino hasta ahora."
Este milagro contribuyó para que sus primeros discípulos creyeran en El.
Pero como digo, este milagro iba mucho más allá, iba a mostrar la esencia del mensaje del Maestro. En primer lugar, podemos preguntarnos por qué no escogió las tinajas para beber agua y en cambio, escogió las destinadas a lavarse las manos? Pues porque estos ritos de purificación que obligaban a la gente a lavarse continuamente, no habían sido ordenados en la Torá, en la Ley de Dios, sino que eran unas normas que los rabinos habían impuesto según su tradición, lo que llamaban "Ley oral". Y es que Jesús a lo largo de su ministerio iba a denunciar una y otra vez estas normas religiosas que ataban muchas cargas sobre las personas. El número 6, en la Escritura es el número del hombre, por eso estas 6 tinajas representan a las normas religiosas instauradas por los hombres.
Por otro lado este texto es una sombra del "Reino de Dios", Jesús prometió volver y cuando lo haga instaurará un Reino de justicia, misericordia y paz como nunca ha conocido esta tierra, los creyentes tenemos la esperanza de poder entrar en este Reino gracias a los méritos de Yeshúa y mientras viene intentamos vivir conforme a sus normas explicadas por Jesús, por ejemplo, en el Sermón del Monte.
Hay varios elementos que prueban que este texto trata también asuntos del Reino, empezando por la frase "al tercer día". El número 3 en las Escrituras, tiene que ver con la resurrección tanto del Señor, como de los creyentes al final de los tiempos y tiene que ver por tanto con la culminación del plan de redención del Creador y con la entrada al Reino. Esto, a modo de ejemplo lo podemos ver en este versículo del profeta Oseas 6:2
"Nos dará vida después de dos días: Al tercer día nos resucitará y viviremos delante de Él".
Otro elemento que hace referencia al Reino, son las bodas en sí mismas, la entrada al Reino se asemeja a una fiesta de bodas, pues dice Apocalipsis 19:9
"Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que han sido invitados a la cena de la fiesta de las bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios".
Y el último elemento que es sombra del Reino es el vino en sí mismo, símbolo de la alegría, gozo, paz y prosperidad del Reino, lo vemos por ejemplo en el libro del profeta Amós 9:13
"He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente, y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán"
El mismo Señor deja claro también esta relación del vino como símbolo del bienestar del Reino, y no sólo como símbolo sino como una realidad pues disfrutaremos literalmente del vino, en comunión unos con otros en su Reino...
"Yo les digo que,, desde ahora, no volveré a beber de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes vino nuevo en el reino de mi Padre" Mateo 26;29
La única forma de entrar en ese Reino, es sufriendo un cambio radical como lo que sucedió con el agua hecha vino. Y esta transformación interior sólo se consigue siguiendo dos pasos: Arrepentimiento y fe. Poco después de este milagro, Jesús comenzó a hacer muchas señales en Jerusalén y dice el texto que muchos creyeron en Él, pero que Yeshúa no creía en ellos porque veía su interior. Es decir para creer conforme a la Escritura, primero hay que reconocerse pecador, arrepentirse y dar un giro radical a la propia vida, y esto se consigue mediante la fe en Jesús. También poco después, un líder de los judíos llamado Nicodemo, se preguntaba en su interior qué había que hacer para entrar en el Reino a lo que Jesús le respondió "te es necesario nacer de nuevo" y "hay que nacer del agua y del espíritu". Experimentar esa regeneración interior, eso es lo que significa "nacer de nuevo". El agua es símbolo del arrepentimiento y el espíritu nos lleva a la fe.
Debemos de analizarnos a nosotros mismos, hemos sido regenerados interiormente? somos ya buen vino? o seguimos siendo agua. Si seguimos siendo agua, entonces no hemos creído conforme a las Escrituras. Deseo que todo el que lea estas líneas se plantee y se examine a sí mismo para ver si sigue siendo agua o ya es vino, y así poder formar parte de los redimidos de los que viven conforme a los designios buenos y perfectos del Reino de Dios.
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